Para la ciencia.
La pandemia de COVID-19 ha demostrado que cuando los gobiernos no actúan antes y durante una crisis de salud pública, la salud pública sufre consecuencias tremendas.1 Para enero de 2021, los Estados Unidos tenían casi 24 millones de casos de COVID-19 reportados y casi 400,000 muertes.2 La respuesta a la pandemia fue lenta y, por ende, otros aspectos de la vida en los Estados Unidos se vieron perjudicados: millones de personas perdieron su trabajo y más de la mitad de las personas que fueron despedidas al comienzo de la pandemia sigue desempleada.3 La inseguridad alimentaria no hizo más que aumentar durante 2020 y la cantidad de personas que sufre la inseguridad alimentaria podría subir hasta 50 millones en los Estados Unidos.4 Donde las escuelas no estaban preparadas con planes para continuar el aprendizaje de los estudiantes durante las crisis, incluidos los desastres naturales y las pandemias, el rendimiento educativo de los estudiantes se vio afectado.5 Asimismo, más de la mitad de los adultos estadounidenses afirma que la pandemia ha incidido negativamente en su salud mental.6 En resumen: los Estados Unidos están sufriendo y, sin medidas, es probable que las cosas empeoren.
Para la acción.
Comparta hechos y datos científicos sobre la COVID-19 para combatir la desinformación. Solicite al Congreso que apoye la inversión en infraestructura para la salud pública y una licencia por enfermedad pagada más prolongada. Necesitamos equipar mejor nuestro sistema de salud pública para responder a futuras emergencias de salud pública. Inste al Congreso a priorizar la distribución equitativa de vacunas. Manténgase informado sobre el progreso de la vacuna y cómo el nuevo coronavirus continuará afectándonos con la serie de seminarios web Conversaciones sobre COVID-19 que ofrece la Asociación Americana de Salud Pública (APHA, por sus siglas en inglés). Las vacunas ya llegaron, pero administrarlas llevará tiempo y debemos estar atentos. Quédese en casa cuando pueda y, si tiene que salir, use una máscara, manténgase al menos a seis pies de distancia de los demás y lávese las manos con frecuencia. Vacúnese contra la gripe para protegerse a sí mismo, a su familia y a su comunidad, y para reducir la carga sobre nuestros sistemas de atención médica que luchan contra la COVID-19, y aplíquese la vacuna contra la COVID-19 cuando haya una disponible para usted.
Para la salud.
Los datos son claros: cuando tomamos medidas respaldadas por la ciencia de la salud pública, los resultados en cuanto a la salud mejoran. El uso de máscaras no médicas por parte del 75% de la población redujo las infecciones, las hospitalizaciones y las muertes ocasionadas por la COVID-19 en un 37.7%7 Los estados y los condados locales que hicieron cumplir las órdenes de permanecer en el hogar presentaron una disminución significativa de las tasas de incidencia de COVID-19 y muertes ocasionadas por la enfermedad.8 Los expertos en salud señalan que ampliar el acceso a las pruebas contribuye para lograr mejores resultados respecto de la salud,9 y la literatura histórica nos muestra que podemos proteger a nuestras comunidades otorgando un pago por condiciones de trabajo peligrosas a los trabajadores esenciales.10 Además, cuando se satisfacen las necesidades básicas de las personas, cuando tienen dónde vivir y suficiente comida para comer, suficiente dinero para sobrevivir, acceso a la atención médica y otras cuestiones esenciales: tienen menos estrés y, por lo tanto, es más probable que tengan una mejor salud física.11
Para la justicia.
Sabemos que el racismo contribuye en la generación de consecuencias negativas para la salud, y eso también es cierto en el caso de la COVID-19. Las comunidades negras, aborígenes y latinas se ven afectadas de manera desproporcionada por la pandemia.12 Eso es cierto tanto para los pacientes como para los prestadores de atención médica: si bien el 60% de los trabajadores de la salud son blancos, la mayoría de los casos confirmados de coronavirus y las muertes provocadas por la enfermedad entre ese grupo se dan entre las personas de color.13 Menos trabajadores negros e hispanos que trabajadores blancos pueden trabajar desde casa, lo que significa que tienen más probabilidades de estar expuestos a la COVID-19 en el trabajo y más probabilidades de morir.14 Garantizar un acceso equitativo a las vacunas y al tratamiento debe ser una prioridad para los profesionales de la salud pública y los gobiernos estatales y federales.15 Debemos continuar esforzándonos por lograr la equidad en la salud al luchar contra la pandemia de COVID-19 y más allá de esta cuestión.16